Uno de Mayo, el día en que celebro a mi padre..

Como es nuestra tradición caminamos él y yo juntos por la Alameda, desde calle San Antonio rumbo a calle Brasil, como tantas veces lo hicimos, caminamos anónimamente entre la multitud y kiltros urbanos, paso a paso buscando la fraternidad de aquellos comparten nuestra condición.

Esta edición tenía un sabor diferente, un gobierno de derecha recién instaurado. Algunas aprensiones desde los recuerdos de la última vez en que caminamos rumbo  a la marcha en un régimen de derecha. Al poco andar, notamos el cambio, acordonadas las calles aledañas, un contingente de carabineros numeroso en cada esquina  y algunos de ellos disconformes de la orden de desplegar las barricadas papales a  partir de las 3:00 de la madrugada. Estas restricciones fueron una provocación bien planeada, manifestantes y carabineros fueron expuestos al conflicto ¿Cuál fue la necesidad de levantar este  circuito de seguridad exagerado? Los damnificados fueron todos aquellos de la tercera edad, aquellos como el caballero que estaba a mi lado y que ha sido y seguirá siendo un pacifista, nunca ha levantado una piedra contra la represión, de seguro que en más de una oportunidad se freno. Estos adultos de la tercera edad que reencuentran en esta festividad, su mística y camaradería, una procesión de hombres y mujeres que levantaron las banderas de las reivindicaciones salariares, de género y de los derechos humanos. Ellos fueron los que sufrieron la alargada caminata, la que les infringió cansancio, sus reservas sólo eran para una decena de cuadras, no para el doble o triple de esas.

Nos quedamos en el bandejón central de la Alameda, observantes de la procesión multicolor, generaciones convergieron para unir sus voces. Algunos personajes tristemente celebres aparecieron desmemoriados y desconocedores del descontento que podrían provocar, una Carolina Tohá fuera de su medio, expuesta a la irá de todos aquellos que le cerraban el paso. Merece una nota especial aquel episodio, ya que no creo que ella pudo preveer los insultos y recriminaciones de las que fue objeto, ciudadanos en su condición de trabajadores, le dieron la espalda a alguien que se alejo y fue indiferente a estos por mucho tiempo. No es la forma de recobrar la simpatía de la gente, ni mucho menos su afecto, una lección que espero resuene por mucho tiempo en todos aquellos políticos que se enajenaron y que hoy deambular con un norte oscuro y con un sur aún más oscuro.

El día termino de regreso al Sindicato de los Trabajadores de la Construcción en calle Serrano, a pasos del Parque Almagro y la Iglesia de los Sacramentinos, barrio histórico y testigo de grandes hitos del mundo de los trabajadores. El Parque Almagro fue el lugar de reunión y deliberación de las mayores manifestaciones y movilizaciones desde comienzos del siglo XX. Allí nos esperaba unos porotos con rienda, un botellón de vino y medio centenar de veteranos del sindicalismo chileno. La medianía de estos muchachos pasaba los setenta, algunas chiquillas entre estos comensales, ellas muy preparadas para el baile que seguiría al almuerzo. Para nosotros el plato de porotos y el vino dio paso a la última parte de nuestra procesión por  Santiago Centro y así finalmente emprender el rumbo a casa.

El uno de Mayo es el día en que celebro a mi padre, en que hago una pequeña reverencia a este hombre que con su oficio de padre me dio lo necesario para batir mis pasos por esta vida.