Orden de los factores…altera el producto
Bienvenidos a una nueva época de emancipaciones, ya las escaramuzas entre nuestros estudiantes y las fuerzas especiales de un gobierno débil y sobrepasado están llegando al límite de lo que el orden social tolera. Discutir el por qué hemos llegado a este punto de inflexión es probablemente claro y se debe a la interacción entre dos actores sociales que están en posiciones ciertamente contrapuestas, por un lado está un gobierno de derecha, sustentado principalmente por una elite económica, que ante los hechos de convulsión da muestras de incapacidad en su conducción. Por otro una civilidad dirigida por una generación entrante orgullosa y combativa, una camada de individuos como pocas veces vista a lo largo de nuestra historia reciente. Es un hecho que Chile, gracias a sus estudiantes han llegado a llamar la atención de medios informativos muchos más allá de nuestras fronteras, seguramente estimulando y satisfaciendo las expectativas de cambio social de muchos individuos a lo largo del mundo que están sumergidos en realidades similares a la nuestra. Sin ánimo de especular, este nuevo episodio de intranquilidad en este sureño y aislado país, se agrega a una tendencia histórica, la que podríamos decir constituye una propiedad muy particular de nuestro desarrollo histórico como país, por alguna razón, los grandes fenómenos socio-políticos que se ciernen a lo largo del mundo, en este rincón toman una forma beligerante, quizás una adecuada metáfora de este fenómeno es referirnos a nuestra condición volcánica, algo que podríamos reforzar diciendo, que Chile parece ser la falla donde dos grandes placas tectónicas de la civilización humana chocan entre si propiciando una erupción.
Dos masas que nuevamente chocan por estos días, como decíamos una de ellas, sin duda mayor, está conformada por una sociedad civil sedienta de nuevos espacios, nuevas relaciones sociales en que en su centro se encuentren nuevos valores y remover aquellos que nos han regido hasta el día de hoy gracias a una constitución no participativa desde su instauración. Una segunda, poseedora de los grandes recursos, poderes políticos y que al mismo tiempo recibe los beneficios que todo individuo pudiese aspirar. Ambas confluyen antagónicamente, desconociendo sus procedencias y realidades diametralmente distintas. ¿Qué está gatillando el conflicto? Para responder una pregunta como esta, creo que deberemos llegar a discutir una cuestión fundamental y que tiene que ver con la diferencia valórica detrás de estas dos aristas. Ciertamente todos podemos convenir en una lista concisa de cuáles son los derechos y deberes que nuestra carta magna deba resguardar y que con los que finalmente se debemos sustentar nuestra identidad nacional, pero esto no basta y muy por el contrario a pesar de converger en esta lista, hay un punto de conflictividad el cual yace en algo casi sutil e imperceptible, el orden en que estos deben ponderarse, el cómo estos actúen entre sí, del mismo modo en que precedencia estos deben estar expuestos en nuestra bitácora país. Por ejemplo, el derecho a la propiedad, que artificialmente tiene una mayor ponderación que otros derechos fundamentales, tales como aquellos que apelan a una vida digna para todos sus ciudadanos, derechos tales como la educación, salud y vivienda entre otros. Este orden impuesto ha definido con el correr de los años esta sociedad actual severamente estratificada y segmentada en cada uno de sus estamentos y fuerzas vivas de esta nuestra sociedad. El simple hecho de precedencia de la propiedad ante los otros derechos, ha afectado la ejecución del conjunto de derechos a resguardar, así vemos como nuestra educación, salud entre otros, ha sufrido una distorsión estratificadora, lo que ante nuestro sentido común en irrefutablemente injusta. En este sentido, lo que estará en el centro de la discusión de esta erupción civil, así como desde de la genética de esta gran masa de indignados, es el cuestionamiento de este orden actual, el causante de estas calamitosas distorsiones. El orden de los factores si altera el producto, ciertamente un cambio de orden nos ofrece la posibilidad de alcanzar en el horizonte una nueva definición social, una más justa y digna para todos, no es un objetivo asegurado con el reordenamiento, pero al menos esto propone un producto final distinto a este que ya bien conocemos.
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