La insoportable levedad de las Élites
¿Cuánto de nuestra confianza podemos depositar en quienes son nuestros lideres intelectuales, o quienes se arrojan ese estatus? La sociedad desde su inconsciente sigue de cerca los lineamientos que algunos académicos, muchas veces con ideología bien marcadas, elaborar entre cuatro paredes. En Chile por ejemplo, estamos finalmente discutiendo la puesta en marcha desde hace treinta años de uno de esos experimentos, el actual conflicto estudiantil es el resultado de treinta años de un sistema político obsecuente con un modelo económico elaborado por la Escuela de Chicago y Milton Frieman el más ortodoxo de los libre mercantilistas. Este experimento tiene en su origen las condiciones requerida para realizar una cirugía mayor del sistema económico heredado desde humanismo cristiano y progresismo de izquierda. En aquellos años nos encontrábamos en plena dictadura militar donde el disenso fue castigado con el rigor de la ejecución marcial. Ninguna opción, ninguna oposición pudo persuadir al dictador de este proyecto, que consistió en ofrecer a Chile como un conejillo de indias a un intelectual, esta vez un economista de alcurnia académica.
Este ejemplo, debe motivarnos a reflexionar, especialmente a aquellos que vimos y crecimos en esta transición de un modelo en que el gasto social estaba en el centro de su razón de ser, a otro en que gira entorno a la desregulación y el libertinaje económico. Treinta años pasaron, muchas veces con la complicidad de aquellos segmentos liberales y progresista que vieron en esta explosión y lujuria mercantil una oportunidad de usufructuar del patrimonio público y colectivo. Es triste constatar como al correr de los años todos aquellos bastiones de las sociedad del bienestar desaparecían y así con ellos fuimos testigos de como nuestros derechos se privatizaban. Hoy cuando nuestra deudas individuales nos asfixian y desesperan, finalmente vemos que ha llegado el día en que debemos decir basta, no somos nosotros, sino son nuestros hijos quienes, consientes del flagelo del sobreendeudamiento levantan su cabezas y se levantan clamando por la abolición de las reglas de este juego no azaroso que tienen siempre a un mismo ganador.
Una intelectualidad, una élite que condiciona, subyuga. Refresco este ejemplo para aquellos que crecieron junto a mi y apelo a que algo de esto resuena en sus consecuencias. Lamentablemente, no es una excepción, no es el único ejemplo al que podemos echar mano y que nos demuestre la arrogancia y soberbia de un posicionado grupo de oligarcas y dominadores que manipulan a la gran mayoría dócil y irreflexiva, en nombre de la razón intelectual, la historia probablemente nos otros esconde episodios como este, pero al escarbar un poco salen nuevamente a relucir su constitución de explotación. Entonces, ¿Cuánto es lo que debemos depositar de nuestra confianza en estas élites?
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